M∴R∴G∴L∴ HUMANISTA HENOCH
Supremo Consejo Ave Fénix del Grado 33 y último del R∴E∴A∴A∴ para la Masonería Progresista y Humanista.
Finalidades y metas de la masonería
Cuando por primera vez oímos a alguna persona decir: “Fulano es masón,” la primera pregunta que surge es: “¿Qué cosa significa ser masón? ¿Es una religión, o una secta, o un club filosófico, o un partido político, o qué?” Daremos contestación a estas preguntas.
Masón significa constructor, o sea el que el que fabrica a cal y canto un edificio, pero aunque antiguamente este título se les aplicaba a los miembros de las asociaciones de constructores que dieron a Europa sus mejores edificios de la Edad Media y del Renacimiento, actualmente hemos de entenderlo como en su acepción figurada, diciendo que el masón es un constructor del templo simbólico de la ciencia y de la virtud, que constituye su propia identidad.
En otras palabras, un masón es un individuo que trabaja en perfeccionarse y en evolucionar, tanto en sus conocimientos como en su comportamiento moral, y para ello sigue los caminos que le indica la antigua asociación que se nombra Masonería o más correctamente Francmasonería.
Correlativamente, la institución francmasónica tiene como finalidad principal la de constituirse en guía de quienes buscan y anhelan este perfeccionamiento, para lo cual va desgranando una a una sus sabias enseñanzas, en dosis graduadas y de acuerdo con el adelanto que cada uno de a sus miembros. A través del estudio razonado y crítico de la filosofía moral se obtiene un mejor conocimiento de las virtudes y del modo de practicarlas.
Pero entonces, ¿cabe decir que la Masonería es una escuela? Desde luego que no, si entendemos por escuela un lugar donde se imparten clases sobre materias específicas, basándose en libros de texto, y se capacita a los alumnos para desempeñar un trabajo que les permita ganarse el sustento. La Masonería es algo más que eso. En primer lugar, su filosofía educativa es totalmente distinta a la de cualquiera escuela, puesto que en vez de exigir el aprendizaje de tales o cuales postulados y principios, estimula la exposición libre, la discusión ilustrada y el desarrollo de la imaginación y del pensamiento original, como medio para conseguir que cada quien llegue, por su estudio independiente y su meditación profunda, a sus propias conclusiones lógicas y a la afirmación de sus convicciones. Por tanto, usa ampliamente del símbolo y de la alegoría; pero no ofrece de ellos ninguna explicación fija y dogmática, sino que deja en libertad al iniciado para que ejercite sus propias facultades deductivas e inductivas para descifrarlos y aprender –por sí mismo– las provechosas lecciones que encierran.
Se hace necesario preguntar qué utilidad tiene esto. La historia nos enseña que de la Masonería han salido, en todos los tiempos, hombres de gran visión, acrisolado altruismo e inagotable energía, que han dado a la humanidad sus más grandes impulsos de progreso. Para descubrir estos nuevos caminos, necesitaron nutrirse de la duda filosófica, no de la verdad dogmática; precisaron examinar lo que no es típico, en vez de conformase con lo usual y corriente. Tuvieron que desechar todos los cartabones, los textos consagrados y los manuales establecidos, decidiéndose a recorrer sendas supuestamente prohibidas para el pensamiento y aportando las soluciones a los problemas irresueltos. Para esto, dispusieron de una maravillosa facultad: la imaginación creadora. Quizá la Masonería ha sido, a través de los tiempos, la única institución que se ha percatado de la importantísima función que tiene esta imaginación creadora en la evolución de la humanidad, y ha descubierto y aplicado un método sencillo y eficaz para desarrollarla.
Por eso ha sido y seguirá siendo semillero de nuevas ideas, el portaestandarte de las vanguardias y la escuela en que se moldean los hombres marginales que viven entre el hoy y el mañana… los conductores de la humanidad.
Pero no solamente a esto se limita la Masonería; no se conforma con ver que cada miembro se cultive y perfeccione así mismo, sino que trata de desarrollar en cada uno de ellos el firme sentimiento de fraternidad y abnegación, encausando cuidadosamente todos sus esfuerzos hacia los nobles fines de justicia social, equidad, libertad, auténtica democracia, y progreso material y espiritual de toda la humanidad.
Dejaría la Masonería de ser universal en sus finalidades si se mostrara partidaria de algún “ismo,” o enigma de alguna religión. En su seno se admiten a hombres de todas las religiones y se respetan las creencias de cada uno y su forma personal de rendir culto a Dios. Por lo mismo, están proscritas las discusiones sobre los méritos relativos de tal o cual forma de culto, como no sea para reconocer que todas ellas representan modalidades del sentimiento de veneración del hombre hacia esa Entidad Suprema a quien se llama de distinto nombre. La Masonería resume todas estas apelaciones a un común denominador y se llama “Gran Arquitecto del Universo,” sin establecer ningún culto especial para adorarle, pues considera que todos son buenos cuando nacen de los anhelos puros del hombre.
En concomitancia con estos principios de libertad de creencia y de culto, la Masonería no puede permanecer al margen de cualquier violación de estos postulados, como cuando los ministros de alguna religión (sea esta católica, mahometana, budista, etc.) detentan los poderes públicos y la soberanía de los pueblos. Cuando las religiones, convertidas por los hombres en tiranías esclavizadoras de las conciencias y prostituidas por la ambición de poder temporal, pretenden sojuzgar hombres, la Masonería se yergue como campeona de la legítima libertad de creer o no creer, atendiendo únicamente a los dictados de la íntima conciencia y de la razón. De ahí que, en algunos países haya adoptado posturas anticlericales, no por ello es antirreligiosa. En resumen, la Masonería no es una religión, ni discute los principios de ninguna religión, sino por el contrario las respeta todas.
La Masonería es más que un club filosófico o una escuela de moral. Es una libre asociación de hombres de todas condiciones económicas, y de todos los grados de cultura, a quienes con deseo de alcanzar un desarrollo y una evolución más alta en su personalidad interna, un dominio más perfecto de sí mismos, una afirmación de sus convicciones, una agudización más sutil de sus facultades intelectuales y un acendrado espíritu de abnegado servicio hacia sus semejantes. Dentro de la Masonería encuentran estos hombres un ambiente de libertad, de respeto mutuo, orden, seriedad, estudio y fraternidad. La Masonería contiene una filosofía educativa propia, basada en el estudio imaginativo y profundo de símbolos y alegorías que persigue como finalidad el desarrollo del pensamiento propio, original, lógico y constructivo, con el resultado de que cada masón palpa pronto los frutos de este perfeccionamiento personal al notar que se ensancha extraordinariamente su forma de ver la vida, se despiertan aptitudes dormidas, surgen perspectivas de mejoramiento y entra en el plenamente en el camino que los transforma en guías y benefactores de la sociedad.